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domingo, 15 de enero de 2012

Algunas prosas escogidas, XXXII: Ricardo Chao






El acentín y las palabras de León

De niño siempre pensé que León era el sitio de España donde mejor se hablaba castellano. Como parte incuestionable de esa creencia, también estaba seguro de que los leoneses no teníamos ningún tipo de acento. Por supuesto, no era el único en pensar esto: de hecho, aún es frecuente escuchar tales afirmación en debates familiares de sobremesa y en las discusiones de bar. El primer desengaño me lo llevé cuando con once años fui al Campamento de los Amigos de Francisco de Asís (hoy Campamento Padre Pacífico), en Descargamaría (Sierra de Gata, Cáceres). Éramos diez chicos de León, y nos llevamos la sorpresa de que a los cacereños les hacía gracia nuestro acento. Mi indignación fue enorme: ¿cómo se atrevían a decir eso precisamente ellos, que parecía que se comían partes de las palabras, y con ese acentazo que a mi me parecía casi andaluz? «Habláis cantando», decían cuando les preguntaba sobre ello. Eso era el colmo. «Pero si en León no tenemos acento», respondía uno en su inocencia. Al interlocutor solía hacerle gracia, y a veces nos imitaba entonando preguntas: «¿Qué hora éeess?» era una de las que más éxito tenía. Uno se acababa encogiendo de hombros y lo achacaba a que eran rarezas extremeñas. Con los años, y en el mismo Campamento, fui descubriendo que había ciertas palabras y expresiones que eran desconocidas para mis amigos cacereños. Recuerdo una situación en la que, mientras estábamos cortando unos troncos, uno de ellos se puso a tararear una canción de Mano Negra que por aquel entonces era muy famosa. Cuando paró de cantar, le dije «Sigue, sigue, que la canción me presta». Recuerdo la cara de extrañeza que puso. «No te entiendo —dijo—. ¿Quieres que te preste el disco o qué?». Sorprendido, tuve que explicarle que quería decir que me gustaba mucho aquella canción. «En León decís cosas muy raras», dijo él, meneando la cabeza. Poco a poco tuve que darle la razón: había muchas palabras que allí eran desconocidas, como gocho (lo que incluía que no comprendían expresiones como «eres un gocho», «eso es una gochada», etc.), madreña, mancarse, etcétera.

Viajando por ahí también comprobé que a los leoneses nos confunden frecuentemente con asturianos, o incluso con gallegos. La última vez que estuvimos en Nueva York coincidimos con unos sevillanos en un restaurante, y tras hablar un rato nos dijeron que pensaban que éramos asturianos por el acento.
Pero he visto que hay matices según la zona de la provincia: cuando conocí a la madre de un amigo de Carrizo, pensé que era gallega por el acentazo que tenía. Todavia hoy, andando por los pueblos del Órbigo, se puede apreciar un acento que recuerda mucho (pero mucho, mucho) al de los bercianos. Hace poco le pregunté a nuestra veterinaria si era de Ponferrada, y me dijo que era de Benavides, pero que cuando estudiaba en León sus compañeros de carrera le decían lo mismo. Me da la sensación de que el Órbigo todavía es una frontera en este sentido, y que de allí al occidente no sólo se conserva mejor el leonés, sino también el «acentín».






Ricardo Chao Prieto (León, 1975), es licenciado en Historia y diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la misma Universidad de la ciudad que le vio nacer. Asimismo, en la actualidad ejerce como profesor de Ciencias Sociales de un Colegio privado de la misma capital leonesa. Dos son sus aficiones: el estudio de una lengua en desuso, la asturleonesa, y algo tan sideralmente opuesto a ésa como la astrología. Dos facetas que circunscribe en su bitácora personal: corazonleon.blogspot.com.

Hace algunos meses, encontramos una nota sobre su existencia en las últimas páginas de la revista Muy Interesante, las que dedican a ese apartado bibliográfico en donde los lectores pueden buscar más información sobre algunos temas particulares (del que las páginas digitales se les dota cada vez de una más y mejor relevancia). Al cabo de unos días de contactar con él, nos respondió enviándonos parte de la información solicitada. Lo que nos interesó más de su blog es la forma en que Ricardo tenía de estructurar los artículos de corte divulgativo que iba publicando asiduamente. Valga decir que la archivística y el ensayo han sido dos apartados literarios siempre enlazados, pero difíciles de fusionarse con un lenguaje entendedor y sin demasiadas pretensiones. Lo cierto es que, a menudo, anda provisto de una forma harta sofisticada y ampulosa, lo que aburre al lector. Algo diferente del que descubrimos con Chao. Quizás porque tras esa sonrisa enigmática que nos descubre su foto (llena de letras, códices y constelaciones), se esconde una mente abierta y transgresora, propia de toda esa nueva hornada de humanistas que ha visto florecer este siglo XXI (sólo nos queda que nuestros mismos lectores nos dén la razón, tras publicar el primer artículo de este bibliotecario aventurero en nuestra página).




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1 comentario:

Arnedo dijo...

Hola,

He llegado aquí a través de un comentario tuyo del 20 Minutos.

Quería decir que me ha encantado tu blog y que compartimos interés por la lectura. Le invito a entrar al enlace siguiente.


http://josearnedo.blogspot.com

"The good life is one inspired by love and guided by knowledge"
http://josearnedo.blogspot.com/2011/04/bertrand-russell-what-i-believe.html

"La evolución moral de occidente ha sido mucho menor que la material"
http://josearnedo.blogspot.com/2011/11/amin-maalouf-el-desajuste-del-mundo.html

Un saludo,

Jose

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