La pintura como ejemplo esencial del arte que exhibe la persona humana se merece algo mejor. Se merece tener la posibilidad de renacer, ya que cuando algo sigue igual durante mucho tiempo por fuerza tendrá que cambiar tarde o temprano; pero cuando llevamos tantas décadas seducidos por las tendencias y las modas sin crear algo objetivo, novedoso y trascendente, es el artista el que debe autoimponerse y decir ¡basta!
Consecuencia directa de todo ello ha sido la creación de un nuevo fenómeno que quiere exponer una dimensión diferente de ver la pintura. Es por ello, que un grupo de artistas y Literatos, encabezados por un escritor (Angel Brichs) y un pintor (Albert Sisteró), comprendieron hace unos años que había una necesidad de cambiar el concepto del Arte tanto en Pintura como en Literatura. Para conseguir que una realidad pictórica se ponga en práctica, se necesita una teoría que vierta los aspectos fundamentales por la que ésta ha sido creada. Es por ello que esos dos pensadores crearon esta realidad pictórico-artística bautizándola como PINTURA REALÍSTICO-ESCENOGRÁFICA. Esta variante se desmarca del fotorrealismo escénico, al que describe como un “estilo periodístico más”, por reflejar un cuadro costumbrista muy neutro en el que el artista no participa en la obra sino que la monta, por lo que no lo ve como arte final. También se desmarca del hiperrealismo, por verlo como un ente sin vida, una variante de la ilustración neoclásica que no dice nada.
Así pues, el realismo escenográfico, se sacude el polvo del pasado, partiendo desde cero, creando una renovación estética y formal de ver el arte en que el protagonista principal de la obra debe ser el espectador. El arte surge de la tierra, no puede ser “manipulado”, por eso la visión principal de esta nueva fórmula pictórica se adentra en la realidad actual, del día a día, de la gente, de la verdad, acometiendo con una pintura real y social, que crea impacto y que hace copartícipe al espectador, es más, a todo el mundo, conectando el artista con él. Como nunca se ha hecho, con humildad, con corazón, con sentimientos, en igualdad de derechos que el ciudadano de a pié, estando el artista a su misma altura, creando un arte visceral, que le llegue de dentro tanto al artista como al público, independientemente de lo que es o no es comercial, ya que nada que nace es comercial hasta que se madura haciéndose "tendencia". Esta nueva modalidad pictórico-artística pretende ser pura, lineal, abstractiva pero objetiva, entendedora pero trascendental y simbólica por ser consecuencia directa entre el artista, o sea, el yo y el mundo, o como los materialistas o figurativistas denominaban la percepción de la realidad del sujeto y el objeto, pero sin prestar importancia al narcisismo que el artista ha sobrellevado con todas las vanguardias existentes hasta la fecha. Eso se ha acabado, el orgullo de lo irreal o subjetivo se deja a un lado y el arte se abre las puertas a toda la especie humana, ha llegado la hora de lo feo por lo bello, lo real de lo escatológico, de la práctica y no de la semblanza ni de la copia, de la vulgaridad original e innovadora por la copia vulgar e inexpresiva, tendenciosa, "modosa" y no creativa. Se habla de un arte contemporáneo ex profeso, de pintores y artistas variopintos que llevan muertos más de 15 años. Se habla mucho...pero en realidad, ¿qué hay del arte verídico, el real, el de todos los días, aquél que refleja la realidad de los vivos, que resulta más influido y más relegado a la nada por el de los muertos? ¿Este es pues el arte que queremos? ¿Qué realidad hay en el mismo? ¿Cuál es el arte que queremos? No soy quien para decirlo, pero no obstante manifiesto que el fenómeno del realismo escenográfico en la pintura es algo al que el artista teme por no querer someterse, y aunque no quiera admitirlo ni acuda a aceptarlo, es el futuro de este arte que tantas cosas tiene que enseñarnos. Pero vamos a lo práctico; en su inicio este nuevo movimiento se rige por tres conceptos fundamentales: primero, destaca el sentimiento gracias a la aplicación plástica, que trasciende en el materialismo que nos rodea; segundo, calibra y exterioriza el pensamiento artístico del autor sin subjetivismos sino describiendo al objeto del lienzo de la forma que es mentalmente, viéndose reflejado el espectador en él; y por último representa la realidad en la escenografía pictórica, esto es la mentira existente que es el mundo real.
En sí, lo que el figurativismo, realismo e hiperrealismo pictóricos no consiguen, al tener de expresar la realidad física y a la vez sentimental y abstracta, por ser ésos fríos e intemperantes, carentes de sentido y sólo siendo estancos en la escena inanimada, el realismo escenográfico lo ha conseguido. Es este último el catalizador y el revulsivo que la pintura necesitaba por expresar lo que la pintura ni la fotografía expresa como realidad interna y externa del artista.
Y pasando ahora a las tipologías principales que posee esta modalidad pictórica nueva, podríamos enumerar en su conjunto a sus más relevantes y que representan la piedra capital de lo que el Realismo Escenográfico quiere representar:
En primer lugar tenemos la fusión artística compuesta por la pintura y la literatura que es la pintura literaria, que quiere mostrar la posibilidad de unir el arte, como decíamos anteriormente. Esta variante pues, pretende canalizar los sentimientos de la prosa y el poema en la expresión pictórica, la cuál, debe alterar el ánimo o subconsciente del espectador, objetivo del arte en sí. Asimismo la pintura literaria tiene que ser el complemento del texto adyacente y no el mismo texto; y a sí mismo el cuadro debe ser el marco de unión simbólico que sugiera una secuencia de hechos que aluda al texto adjunto. A lo que también, el mismo texto adjunto, como literario que es, debe ser libre en cuanto a la métrica, el estilo y la forma, tanto en retórica como en semántica, y sobre todo crear idea, conceptualizarla, haciéndola concebible al ojo humano y manifestarla de una manera novedosa, por la vía de “lost words” o estilo crucigrámico. Ello es cuando el autor, intencionadamente, elimina varias letras o palabras completas del mismo párrafo para provocar el ingenio del espectador y romper la monotonía contextual, usando los juegos de palabras y sopas de letras, sin poner los resultados, para que el lector juegue con el texto a su albedrío e intente resolver el problema con la pintura y la prosa al lado, buscando lo que falta; o bien componer una leyenda con los vocablos desaparecidos en algún límite del texto.
Y en segundo término, englobamos tres grandes variantes pictórico descriptivas que forman la base de este estilo pictórico, las cuáles se entremezclan con el retrato, la iconografía o tópicos externos de nuestra sociedad y los pensamientos internos de la mente del ser humano, queriendo mostrar la parte fea pero a la vez real de nuestras vidas, a modo de una terapia artística de carácter público y universal. Estas son el esquema facial, que se define en un aparente retrato normal y corriente de una persona cualquiera, pero dividiendo su estructura facial, iluminando en cada una de esas capas de piel y córtex los temores y pensamientos que sacuden la mente de esa persona, creando una sinergia con el mundo exterior, aludiendo a realidades internas en las que el espectador se ve reflejado; el busto real, que es lo contrario del primero. Los pensamientos no están impregnados en la cabeza sino que salen como una columna de humo de su frente y cráneo hacia el cielo; y finalmente el vertido de masa, que es la conjunción entre la primera y la segunda variante, por la que ya no se pinta individualmente sino en grupo a toda una serie de personas las cuales difunden sus realidades interiores creando un cosmos de pensamientos orgánicos en el cuadro.
Así es como este movimiento, de forma espectacular, original y renovada, vierte todo su potencialismo trasgresor, reinventando el concepto del arte en su grado más íntimo, para llegar al público de una forma clara, extramental, intuitiva, escénica, real. El subjetivismo del autor queda diluido en un realismo en el que el culto a la escena social, a la fealdad, al pudor más íntimo, de forma desenfadada e impersonal. El personalismo y el intelectualismo como promueven pintores como Palmeral no es el fin último de la obra. El surrealismo, el minimalismo o la reexposición de todas las reminiscencias y restos de toda la fenomenología vanguardista que hemos visto hasta la fecha y que aún traza la línea o hilo conductor de toda la estética que lleva a los artistas de hoy, sólo conduce a la proliferación de un tumor maligno que se expande y destruye día a día el arte. Por ello, el realismo escenográfico, evoca un universalismo real, amparándose en el mundo en el que existimos, haciendo de este arte un arte más humano, y del que sólo se sirve del conocimiento del artista para contar la realidad, no su realidad, sino la de todos. Es como un jarro de agua fría en un caluroso día de verano, es en definitiva, la vuelta al paraíso de las ideas, una aproximación al originalismo artístico, al concepto de arte en sí, medio una ráfaga de aire fresco y puro que reza por entrar y oxigenar esta habitación viciada en la que convivimos y que se llama Tierra.
COPYRIGHT: Angel Brichs Papiol