Porque es breve,
cruel, terrible e inclemente
la vida que nos toca vivir,
debemos agarrarnos a ella
para que en el día
de nuestra propia muerte
sepamos que al menos
tuvimos la dignidad
de querer vivirla,
de ser reyes de un minúsculo
pero espléndido fulgor.
ME SIENTO TAN AJENO A MI PRESENCIA
Me siento tan ajeno a mi presencia
atrapado en un cuerpo cambiante
impuesto por las circunstancias
envoltorio y armazón de mi existencia
testimonio perenne de mi fragilidad,
todo, todo, depende de mi estúpido cuerpo
quebradizo, fugaz y cobarde
en permanente huida hacia delante
huyendo de la vida, acopiándose de decrepitud
que me llevará inevitablemente a la muerte.
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