Fuente: www.usuarios.lycos.es/pilaranat
Si desean saber más:
http://www.realidadliteral.net/cv-pilar-tolosana.htm
“El día que nací yo”
El día que nací yo, ni volvieron las oscuras golondrinas, ni las gaviotas cambiaron el vuelo, ni las palomas dejaron de manchar a los viandantes en los hombros y las solapas de su chaqueta… No sería tan delicado, pero mi abuela siempre decía que la cigüeña que me había traído se había pasado de lista; ahora ha transmutado la afirmación, y prefiere avocar hacia el silencio… Sin embargo, a mí sigue aún torturándome la frasecita porque no entiendo del todo, lo que quería insinuar con ella.
Todavía juego con indicios a mis treinta años, aunque percibo cierta relación con que mi concepción no fue ejecutada en el mejor momento. Más que nada me hace pensar en esto la piel aterciopelada de mi madre, que al lado de la mía parece la de un bebé, otorgándome el beneficio de la duda a que yo sea un viejo prematuro, mientras ella parece una adolescente a punto de aflorar.
Cuando ella conoció a mi padre al que yo nunca he visto porque huyó a Nigeria al percatarse de la noticia de mi llegada inexorable, debía ser más joven, casi una niña… Sigo sin imaginármela más joven de lo que hoy está, pero así debió ser.
Así que mi progenitor era nigeriano. No sé nada más de él… Al menos así, me explico mi azabache color que me da un estimulante atractivo.
Lo que me molesta en serio, es que nadie sabe de mi cumpleaños. Cuando nací, el disgusto que se vivía en la familia era tan grande, que ni la fecha ni la hora de mi nacimiento quisieron recordarse. Tengo que conformarme con saber que llegué a este mundo a mediados de Septiembre; y esto, me lo contó mi mami, un día de Navidades que la enchispé con el champán francés.
Hasta mis amigos bromean con el asunto, y hablan de que no tengo fecha de caducidad. Lo tengo ya asumido.
Con todo, esta situación de desamparo temporal a mí no me satisfacía nada, y quise inventarme mi propia fecha de nacimiento, iba a ser mi aniversario sonado…
No obstante, los días que yo escogía no eran los convenidos para los demás y tendría que pasar mi data sólo. Que si el 13 era el cumpleaños de la tía sabadeña del Norte, que si el 14 había que viajar a Ávila a acompañar a unos amigos, que si el 15 había que recoger a los abuelos del aeropuerto de Barajas, que si el 16 había que vacunase de sífilis, que si el 17 me operaban de las almorranas.
- ¡Escoge otro mes! -, me solucionó una compañera de trabajo cuando comenté en la empresa.
Mi cabeza iba a estallar en ese instante, pero decidí reflexionar y hacer a la gente la vida más agradable, hasta que alguien se dignara a reconocer que sobran los relojes y los intentos de manejar el tiempo, si somos lo que somos y sólo nos importa continuar.
autora:
PILAR ANA TOLOSANA ARTOLA
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