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jueves, 4 de agosto de 2011

Algunas prosas escogidas, XXI: Araceli Otamendi

Simón One

 
El chico se llama Simón y le dicen Simón One, Simón Uán. Es el primer hijo de un matrimonio que lo tuvo a una edad bastante avanzada. Como querían un hijo perfecto, porque ellos se consideraban bastante perfectos, previeron todos los detalles antes de su nacimiento (cómo sería el dormitorio del niño, a qué escuela iría, cómo serían sus juegos, las vacaciones, etcétera, etcétera, etcétera…).

Pero Simón ha cumplido ocho años y los padres ansían libertad. Libertad para salir, para ir al cine, para ir de viaje los fines de semana largos, para ir al casino de Mar del Plata o al de Pinamar, en fin, añoran los años en que los dos eran novios, casi de luna de miel. Y Simón, un niño bello y bastante travieso está ahí, cumpliendo el deseo de los padres y a la vez entorpeciéndolo.

Los padres de Simón One hubieran querido también tener una nena, pero por la edad de la madre, era desaconsejable. Entonces decidieron que Simón One fuera su único hijo. Lo miman, le compran juguetes didácticos y de los otros, punteros láser y otros chiches. Todo para que Simón One se entretenga y ellos puedan mirar los estrenos en el plasma.
El plasma está ahora instalado en una habitación especial que la madre de Simón One ha acomodado con almohadones de terciopelo, de telas hindúes, y cortinas haciendo juego. Y es que al padre de Simón One lo han ascendido en la empresa. Y gana ahora mucho más. El único problema para poder disfrutar de los nuevos objetos adquiridos es el hijo de sus sueños: Simón One. Y es que el pequeño con sus preguntas y su curiosidad es capaz de interrumpir la proyección de un filme que los padres ansían ver.

El edificio en el que vive Simón One con sus padres es un edificio nuevo en en un barrio porteño que se caracteriza por las nuevas construcciones que han proliferado en los últimos años. Edificios altos con piscina y SUM han surgido como hongos con la humedad. Y ahí está Simón One, con las zapatillas con luces compradas en un mall de Miami, el puntero láser y un oso de peluche tan grande como él. Ahí está Simón One mirando por una de las ventanas mientras los padres miran el último estreno en el plasma.
A veces los padres de Simón One, contratan a una niñera, una señora grande muy delirante, ella es poeta y además adivina. La madre de Simón One ha insistido que ellos, los padres, tienen derecho a salir de vez en cuando y dejar al niño con la baby-sister. Pero la última vez que dejaron al niño al cuidado de esa mujer, el padre de Simón One casi sufre un infarto. Cuando abrieron la puerta encontraron a la niñera acostada en el sofá del living, roncando. Y a Simón One, acostado en la cama matrimonial mirando la televisión.
Entonces decidieron que o salían a comer afuera con Simón One o se quedaban en la casa mirando la televisión en el plasma. Ganó esta última alternativa. Y ahora Simón One está en su cuarto, apuntando con el puntero láser una de las ventanas del edificio de enfrente.
La mujer de la ventana iluminada, una de las dos ventanas iluminadas del edificio de enfrente al de Simón One es una maestra jubilada. Se sienta en el living para comer mientras mira la televisión. Su programa preferido es animal planet, le encantan las mascotas y su teoría es que la vida es mucho mejor si se acompaña con perros, gatos o cotorras australianas. Y en eso, mientras come un poco de arroz y mira la televisión un rayo láser, de color verde entra en el living y sorprende a esta mujer. Y ella se horroriza, por semejante intromisión. No sabe que Simón One la está apuntando con el nuevo puntero láser desde el dormitorio, en el edificio de enfrente. La maestra no sabe que los padres de Simón One están mirando el último estreno en el plasma. Hasta aquí llegué, piensa. Baja la persiana del living y sube el volumen de la televisión. En ese momento un hombre muestra una nueva raza de gatos hipoalergénica. Los gatos son terapéuticos, dice el hombre mientras muestra a los felinos sin pelo. La maestra se aleja de la ventana, ha corrido las cortinas y ahora va a la cocina a prepararse un té. Mientras Simón One busca un nuevo objetivo donde apuntar.


 
Relato:   ©Araceli Otamendi
Imagen: ©Wikimedia Commons


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1 comentario:

Araceli Otamendi dijo...

¡gracias por publicar el cuento!

saludos cordiales desde Buenos Aires

Araceli Otamendi

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