Nos dice H.P. Lovecraft en su relato La tumba, «es una desgracia que el común de la humanidad sea demasiado estrecha de miras para sopesar con calma e inteligencia ciertos fenómenos aislados que subyacen más allá de su experiencia común, y que son vistos y sentidos tan sólo por algunas personas psíquicamente más sensibles». Lovecraft hace muchas otras alusiones en sus relatos acerca de lo que considera «real». «Realidad» es también la única palabra que debería ir entrecomillada…
A riesgo de convertirme en teórica, me he dedicado la mayor parte de mi tiempo a pensar la «realidad» a y «de» fondo, esa que va un paso más allá de lo banal, de lo fraudulento que nos venden los medios de comunicación. Se trata de dar ese paso que solicitaba Platón al mundo de las ideas pero con un sólo pie. Quise trabajar la realidad pero, con cuidado, no dejando de ser parte de ella. Por este mismo motivo me fui de una ocupación a otra, de una ciencia a la siguiente, por esta misma inquietud comencé a escribir (en este idioma que no es el mío) para así acabar de convertirme en novelista. La novela es permisiva. Era la única manera de darle rienda suelta a lo que percibía desde mi realidad y que no podía compartir o deliberar ni gratuitamente con los otros. Porque las afirmaciones gratuitas, sin el respaldo de lo probado no son serias.
Pronto me di cuenta que la «realidad» no era lo que leía o me contaban, percibí cosas que no podían ser explicadas a priori por los otros. Aprendí a callar. Luego, primero por omisión y luego por acción, me conciencié. Al comenzar a leer y escribir muy pronto un arma con las palabras y la acción, comencé a utilizarlas para recuperar el terreno perdido desde la punta del enredo. Más tarde busqué las respuestas en la física cuántica. Supe que ahí estaban muchas de ellas. Y que aquello que yo percibía como «realidad» podía explicarse.
La realidad estaba escondida en cada una de las situaciones vividas y, sobre todas las cosas, en «mi realidad», que era mi capacidad de visión proyectada al exterior. Esta capacidad de discernimiento es nuestra verdad y la única verdad, la realidad. Pero no existe verdad para nosotros si dejamos que la manipulen groseramente.
Desde bien pequeña observé que al presentárseme diferentes situaciones en las cuales debía decidir, se me adelantaban las consecuencias. Como si fueran una visión. Tanto era así, que me atrevía a tomar decisiones muy arriesgadas, adelantándome a las consecuencias. Siempre he tenido la sensación de no tan sólo estar existiendo en el aquí o en el ahora, sino que mi «yo», en este mundo, era la proyección de otro de mis yoes en otras realidades. Cuando allá en los años 80 estudiaba física en un colegio alemán, me senté en primera fila para no perderme detalle. Aún recuerdo como el profesor se enojaba cuando traté de debatirle las teorías. Era férrea defensora de la teoría de cuerdas por aquel entonces, y los alemanes en los 80 no querían ni oírla nombrar. Un día, ese profesor me puso de patitas en la calle. Y fuimos a parar al tema de los «mundos paralelos». Le expliqué a mi estimado catedrático (tal y como os lo explicaré ahora a vosotros), que la velocidad de la luz podía ser superada, que no era una constante absoluta como ellos se creían. Si lo era, aquí, en nuestra realidad. Pero existían otras realidades dentro de ésta misma, donde esa velocidad era superior y eso hacía que desaparecieran en nuestra misma realidad, mostrándose intangibles e invisibles.
El profe se puso furioso. ¿Vosotros también? Bien, pues dejadme que continúe explicando como lo hice entonces; vivimos a la vez en múltiples universos, inalcanzables entre sí, divididos por las leyes físicas (porque la velocidad de la luz, como dije, es mucho mayor que la luz que nos permitiría verlos) y que rigen su naturaleza. Existimos muchas veces, a la vez (¿os acordáis de mátrix?). Y nos proyectamos de una realidad a la otra. El mundo más allá de las partículas que conocemos puede ser mucho más amplio y desde luego distinto de lo que imaginamos.
¿Qué dicen los neurólogos? Ellos nos explican como, en realidad, nuestro proceso de asimilación de lo real nos llega al cerebro en forma de bites y así obtenemos lo esencial. Luego, el cerebro lo vuelve a codificar por segunda vez, para situar lo que percibimos en un contexto. A continuación lo contra restamos con la imprecisa memoria para situar las cosas en el tiempo. Una vez aquí, el cerebro lo compara con sensaciones anteriores. Al final de este recorrido, obtenemos nuestra impresión de lo que es real y afirmamos algo como tal. ¿Pero hay realmente alguien que pueda creer lo que percibe y asentar cátedra sobre ello? La respuesta es claramente NO.
La naturaleza multiplica los universos, le dije a mi profesor de física. A continuación recuerdo como uno de mis compañeros de clase me preguntó, «¿Quieres decir que existen distintas dimensiones?». A lo que respondí: «Sí, existen muchas dimensiones, pero no estoy hablando de dimensiones, no puedes explicar esta idea así. La gente suele hablar de diferentes dimensiones como diferentes realidades, y no es lo mismo. Imagínate estar situado sobre un enorme campo de fútbol; le continué diciendo: bien, pues tu dedo meñique sería una partícula que pudiera percibir ahí la quinta dimensión siendo el campo de fútbol el átomo. Sólo a nivel muy muy pequeño, sería posible percibir una quinta dimensión, por ejemplo. Tal como estaban las dimensiones comprimidas tras el «Big Bang» (todo quedó comprimido). Cuando más comprimida es la materia, tanto y más amplias son las dimensiones. ¿Ves como cuando hablo de mundos paralelos no hablo de dimensiones paralelas? No es un concepto correcto».
Continué explicando en clase, que seguramente todos nosotros teníamos dobles en esas otras realidades. Les dije a mis compañeros que se leyeran Más allá del muro del sueño de Lovecraft, que tal vez les ayudaría a entenderme a mí y mis afirmaciones. Lovecraft ya insinúa en sus relatos ideas similares a las mías. Las apariciones fantasmóricas, que creemos espectros, ciertamente pueden darse y la explicación es tan sencilla como que su materia gira a mayor velocidad de la luz, lo cual los mantiene en su mundo. Cuando logran que sus materias vibren a la velocidad de la luz de nuestro mundo, es decir, al vórtice de 300000 km/seg., se nos aparecen aquí y pueden, al volver a girar su materia más deprisa, desaparecer literalmente delante de nuestros ojos. La misma teoría la aplicaría para las parafonías o psicofonías. Las psicoimágenes. No son más que manifestaciones de esos otros mundos interpuestos como en un abanico con el nuestro. Señores investigadores, ¿por qué no os atrevéis a dar respuestas? Sinesio Darnell ya lo hizo, él está conmigo: «la existencia es multidimensional», así dice. Aunque no es correcto afirmarlo con la palabra dimensional como acabo de explicarlo, sé perfectamente lo que quiso decir.
Como ya existimos en otras partes es, por tanto, imposible de morir. De ahí que obtenemos voces de supuestos difuntos, o imágenes de fallecidos (enfocamos una cámara de video a un televisor. La salida de esa cámara la conectamos al televisor. Iniciamos la grabación y esa onda que se forma entre la cámara y el monitor nos aportará fogonazos de luz. Entonces se obtienen muchas veces imágenes de rostros o siluetas). Pues, señores investigadores, ¿qué pensáis que son? Yo os doy mi idea: son las captaciones de esos otros mundos paralelos. Por tanto, dejaos de cosas paranormales, porque no lo son. La física tarde o temprano nos dará la respuesta. Gracias a Dios, hoy ya no estoy sola con mis ideas, ya no estoy en el colegio y ya no me ponen en la puerta por hablar lo que otros no digieren. Ahora hay físicos que, por ellos solitos, han llegado a mi misma conclusión, como lo es Max Tegmark. Os sugiero que lo busquéis por Internet, así sabréis más.
No importa cuántas batallas se pierdan tratando de imponer LA VERDAD que percibimos. No vivimos festejando victorias sino superando derrotas. Hace unos años, hice una apuesta con un físico cuántico; dije que en menos de treinta años se hallaría constancia de otros mundos. Y en menos de treinta años la ciencia habrá reconocido que la velocidad de la luz, al igual que otras constantes físicas, no lo son en realidad, no en esta realidad. Y que eso explicaba el caos a nivel microatómico y el aparente orden en el macrocosmos. Veremos, pues, qué pasará. Para mí es más importante recuperar la verdad acerca de mis percepciones de la infancia, que no surgirá de adelantados ni esclarecidos. Ser parte de la realidad implica vivirla y transformarla, como poco, ser conciente de mi capacidad para transmutarla. Cuando uno se conciencia de esta responsabilidad, te obligas a trabajar con el día a día y no con los argumentos de la realidad que te imponen los otros desde su ángulo de visión, sino con los hechos coyunturales que tienes al alcance. Y como decía El Che, «seamos realistas, busquemos lo imposible».
Claudia Bürk (1971), es una de esas tantas autodidactas literarias; germana-española de nacimiento, descubrió la lengua española a los dieciséis, lo que le permitió flirtear con su literatura (dentro de la que destacan el ensayo filosófico, la narrativa de ciencia-ficción y la crítica social, sus grandes pasiones).
Su particular interés por la física cuántica, la ha llevado a adentrarse en el universo de la parapsicología, reconociéndose a sí misma como angelóloga. Es autora de numerosos microrrelatos (algunos de los cuales han sido galardonados en certámenes y convocatorias menores), de los que Desde el penúltimo rincón de mi espejo (2008) coincidió ser una antología en la que reúne los mejores, y le añadió un género nuevo (la epístola). Quizá por ello tenga cierto sentido su apego por el post, del que, desde su blog, hace cada día honor a esta misiva digital del XXI. Por otra parte, y dada su injerencia en el mundo de lo oculto, cabe destacar su participación en programas radiofónicos como Clave7, El cercle enigmàtic o Set llunes, entre otros.
Las nueve ventanas de Jeanne Bardeot, publicada el pasado febrero, es su primera novela. Al tiempo que con ésta, en el presente artículo nos envía un mensaje de clara orientación post-existencial, abordando algunos de los temas más cotizados dentro de la parapsicología moderna: los mundos paralelos y/o estados de consciencia.
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Existen mundos paralelos en los cuales existimos al mismo tiempo