Los mejores clientes del Korova
Las noches en el Korova son tan repetidas que cualquiera podría recitarlas de carrerilla. Hoy, como cualquier otro día, puedes encontrar a Dave Manilow detrás de la barra, haciendo esperar a su chica porque en su pasión por el negocio es capaz de intentar perder el billete de lotería premiado que lo retire. Preocupado por no perder a la clientela del garito, siempre le pareció más importante mantener la mala reputación del local que la de su matrimonio.
Esta noche encontrarás a Peter Cost apoyando en la barra la mitad de las copas de más que lleva mientras trata de embaucar con su sonrisa más golfa a una madurita con ganas de pecar. Verás a Put Defen sentado en la mesa con la copa caducada en la mano, mientras fríamente piensa en la excusa que tendrá que inventar para desaparecer cuando el reloj marque la hora de salida en el escote de la camarera. No dirá nada claro, sólo una confusa explicación antes de esfumarse. Paul Ville le escuchará y asumirá la situación sin más, porque es hombre de mundo, y tan sólo Melo Pats parecerá desconcertado, primero y luego comenzará a reír y dar palmas al comprenderlo. A su lado, a Albert Ricks, le bastará con dejar escapar únicamente media sonrisa con la previsibilidad de sus amigos.
En una esquina de la barra Paul Marriage permanecerá ajeno a todo, concentrado sólo en no pedir la sexta cerveza antes de la quinta, sin aparentar darse cuenta de que casi todas las chicas del local querrían estar casadas sólo para poder ser infieles con él. Mientras, Chemi Marriage, su hermano, estará apoyado en el piano, atento en poner banda sonora de risas a la ácida historia que Paul Martin cuenta agarrado a su gintonic y sin dejar de tocar.
En la mesa de al lado George Carrill y Di Pine no necesitan a nadie. Aunque el viejo profesor Gus Revert esté sentado a su lado callando al silencio, ellos continuarán riéndose en voz baja de la misma broma que comenzaron hace media vida y que todavía no ha terminado. Y permanecerían media vida más si no fuera porque George ha mirado ya el reloj tres veces, pendiente de no recoger tarde a Lorraine del trabajo.
De vez en cuando se incorpora gente nueva al club, de tan pésima reputación como JJ, un matón enorme que trabaja para la banda de Josh DaDa; o Tite Meka, el portero de otro local de mal nombre. A pesar de su fama, ambos se ganaron hace tiempo a toda la clientela cuando demostraron que hasta para ser un gánster hay que ser un tipo de principios.
Y en medio de todos está Jake Gittes, un periodista que observa a toda aquella fauna sin perder detalle en su bloc de notas mental, grabando cada borrón de la noche. Hoy no ha venido sólo, ha traído con él a Jou «el Chino» un tipo que trabaja en correos. Jake le ha invitado a tomar algo para saldar un agravio con él sólo porque la otra noche soñó que no le dio propina cuando le llevó un paquete.
Hace tanto que Jake pasa más tiempo en este local que en su casa que tiene allí su dirección de correo. Dentro de poco se casará y algunos piensan que posiblemente el matrimonio le alejará del Korova. Yo le pregunté a Paul Martin que llevaba años casado.
—¿Qué Jake no vuelva? Muchacho, lleva años viniendo aquí sin razón, ¿por qué diablos se marcharía ahora que tiene un verdadero motivo para no estar en casa?
«[...] A veces me entristece que Andy no esté aquí y tengo que acordarme de que algunos pájaros no pueden ser enjaulados, sus plumas son demasiado hermosas. Y cuando se van volando se alegra esa parte de ti que siempre supo que era un pecado enjaularlos. Aun así el lugar donde tú sigues viviendo resulta más gris y vacío cuando ya no están. Supongo que hecho de menos a mi amigo [...]».
Ellis Boyd Red Redding (Morgan Freeman) · Cadena perpetua
Pike Bishop, 21 de junio de 2011.
Relato: ©Felipe Alonso Simarro (Los Tipos Duros No Escriben Blogs)
Imagen: ©Wikimedia Commons
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