¿Qué lecturas os seducen más?
martes, 1 de septiembre de 2009
¿Qué se puede encontrar en los libros?
Naturalmente aquello que el Ser Humano siempre ha intentado buscar en ellos: sabiduría, conocimientos; pero debajo de esta pregunta categórica puede existir más de una respuesta que no siempre lo es. Y es que bajo una grandilocuente portada o un título pomposo podemos encontrar todo tipo de subrayados (dobles o de una sola línea, con bolígrafo rojo, azul o más comúnmente con lápiz), anotaciones de todo tipo ya sea para matar el aburrimiento tales como dibujos animados o sin animar -utilizando su autor las páginas como escenario para su particular película- mensajes de amor, o la vulgar chuleta. Es lo que tiene comprar libros usados. Los que los compran nuevos sólo encuentran la etiqueta del precio en la contraportada o un número de referencia en la primera página de cortesía, antes de los créditos; pero claro está, los precios pueden variar sensiblemente.
Cuando era pequeño, mis padres me los compraban nuevos, entonces era diferente, no los pagaba yo, pero con todo también encontraba alguna anotación -a veces con tinta, a veces con lápiz- del precio. Desde hace unos años empero, me he acostumbrado a comprar libros antiguos, otros no tanto; viajo por cuantos rastros y mercadillos encuentro, y de todos esos almacenes en donde consigo las existencias que colman mi interés literario hay uno que los supera a todos. Se llama Rastro la Encina, antes estaba en una calle muy transitada y apenas tenía libros. Pero hace unos meses lo trasladaron a una calle casi vecinal, donde se han instalado con un local más grande en el que hay desparramados por los suelos, armarios y vitrinas, en fin por todas partes, libros de todo tipo. Prima mucho el libro de ensayo y las grandes colecciones (Biblioteca de Fauna, de pesca...) pero también se pueden encontrar descatalogados e incluso ejemplares universitarios y publicaciones de "antes del 2005". Normalmente el precio suele ser bastante redondo. O sea, un poco a boleo entre el que vende y tú, pero generalmente está en función de sesenta céntimos de euro la pieza.
El otro día me llevé varios libros de literatura inglesa de la editorial "Penguin books" y un par de ensayos sobre pedagogía infantil. Pero anteayer me encontré un ejemplar de la Biblioteca Salvat de Grandes Temas con título "Lingüística y significación". He aquí un libro harto académico. Se supone que el estudio de los diferentes canales de comunicación que han sido el sujeto de la evolución de la raza humana desde tiempos inmemoriales daría mucho de sí. Observé el libro un poco. Estaba un poco maltratado; no obstante, las tapas eran duras y habían mantenido a flote las tripas tras algunos años de forcejeos y golpes de todo tipo. Lo primero que me encontré fue una hoja de papel con dos láminas fotocopiadas -de otro volumen me imagino- con un profuso relieve del aparato reproductor masculino en una y en otra, abajo -no podía ser de otra manera- la del femenino. Bueno, estaba claro, no era un apéndice del libro pero, ya que trataba de comunicación, he aquí la anatomía sexual del cuerpo humano, uno de los canales más significativos de nuestro instinto de supervivencia. Tras él había otro papel sin relevancia, propaganda de la misma editorial. No se si fue por curiosidad o por oler ese amargo olor de libro antiguo que fui pasando las páginas. Allí por la diecisiete me encontré los típicos apuntes subrayados por el bago de turno; en vez de subrayar con líneas, su autor había trazado unos corchetes que englobaban los párrafos más interesantes. En cualquier caso era una forma de ahorrar tinta. Y así continuaban en los apartados de sucesivas páginas (código lingüístico, elementos fonéticos), hasta que terminaron momentáneamente en "Una palabra con varios significados" donde me detuve a contemplar una fotografía de un león marino con la boca abierta que me dejó bastante impresionado. Pero todavía sería mayor mi estupefacción cuando, dando la vuelta a la página setenta y dos me adentré en el capítulo lingüística y significación. Primero vi una ficha de Transportes Urbanos de Tarrassa, S.A.; al analizar el papel amarillo y su fino hedor calculé que por menos debía ser de los 70´. No citaba el precio. Sólo decía "PRECIO SEGUN TARIFAS VIGENTES" sin tilde en la U.
No le di más importancia y seguí hojeando el libro y por fin lo encontré. Estaba en la página ciento uno: era la TARJETA DE IDENTIDAD PARA CASADOS. La curiosidad me hizo abrir el carné falso donde rápidamente apareció una caricatura de un tío con cuernos de cabra en el sitio donde debería colocarse la foto de los consortes. Y a continuación había un texto impreso con tinta azul que decía así:
" Autorizo a mi esposo para que se divierta todo cuanto pueda y quiera, coma, beba hasta emborracharse, trasnoche, juegue, baile y se distraiga con cuantas señoras y señoritas rubias o morenas se le presenten, y en general goce de la vida ampliamente, pues de no hacerlo así, le retiraré este permiso ya que tiempo tendrá de descansar cuando estire la pata."
Y continúa con la firma de la esposa; un garabato que casi parecía haberse hecho con un dedal, recreando un poderoso redondel circular que daba tres vueltas en su mismo eje. Y más abajo salía otro impreso que decía:
"NOTA.-Este permiso también será retirado caso de ser visto en compañía de hombres llamados MALVA."
Esto ya no estaba tan bien. Una cosa era el adulterio, otra la intolerancia hacia ciertas formas de vida sexuales. Era lo que tenían las farragosas palabras anteriores a la Constitución Española del 1979. De un planchazo cerré el libro y.... me cayó encima del zapato un papelito ni muy grande ni muy pequeño que albergaba lo que tanto tiempo había tardado en buscar: MI CHULETA. Fórmulas químicas de partículas, de hidrocarburos, de componentes cíclicos seguidos con sus diagramas inundaban el inhóspito papel. Pero ya no servía de nada, había llegado dieciséis años tarde. He aquí la faceta olvidadiza del típico lector pasivo o directamente, todo aquél que aborrece los libros; les gustan tanto que dejan cualquier cosa dentro para que alguien logre encontralo algún día. Pero, ¿y qué hay de los tiempos en que se dejaban mensajes en una botella? Deberíamos habérselo preguntado a Poe si hubiéramos vivido un poco más...
El Eterno Aguafiestas
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