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miércoles, 2 de junio de 2010

La renovación del abstracto (Dossier)







'Quiero insertar entre los preceptos que voy dando una nueva invención de especulación, que aunque parezca de poca importancia y casi digna de risa, no por eso deja de ser muy útil para avivar el ingenio a la invención fecunda: y es que, cuando veas alguna pared manchada en muchas partes, o algunas piedras jaspeadas, podrías, mirándolas con cuidado y atención, advertir la invención y semejanza de algunos paisajes, batallas, actitudes prontas de figuras, fisonomías extrañas, ropas particulares y otras infinitas cosas; porque de semejantes confusiones es de donde el ingenio saca nuevas invenciones'.
Leonardo da Vinci. (Tratado de pintura).






Del impresionismo de Monet a las abstracciones geométricas de Klee, numerosas vanguardias se sucedieron en el seno de la pintura occidental. Pese a ello, y aunque el caldo de cultivo que hizo posible la regeneración artística hasta nuestros días fue relevante para la existencia de las mismas, un factor ejemplarizado en la huída del pintor a paraísos terrenos, para buscar ese nuevo Arte Moderno del que tanto hablaba Gauguin, recabó en la implicación de nuevos aspectos formales, añadiendo a la pintura, unos aspectos primitivistas que en los últimos treinta años han sido definitivos para construir ese Arte Nuevo que hoy día conocemos.



'Como resultado de un viaje a Túnez en 1914, Paul Klee descubrió colores con los que nunca había soñado, prueba que selló un precedente, del que apreciamos su huella en su obra 'Motivo de Hammet', donde una deconstrucción de la imagen infunde un impacto al espectador, sólo comparado con piezas expresionistas de Munch o algunos óleos de Cézanne.
La refracción del color fue, y continúa siendo, una constante en todos los artistas posteriores a Dalí, Warhol o Miró. Alejados de la estética barroca que había perseguido el olimpo artístico de los comienzos de la posguerra, con la llegada de nuevos creadores, como Scully, Tàpies o Rothko, una nueva corriente pictórica, influenciada por atávicos del arte real como el naïf o la incipiente moda callejera del graffiti, socavaron los aspectos formales del arte para siempre'
.











Ya a día de hoy, una pintura más argumental avezada, mayormente, a un ideal de renovación constante, ha hecho mella en la creatividad del artista, el cual, como nunca antes se vio, sateliza su arte en aspectos cada vez más sociales, para causar un impacto directo en el espectador. Un contacto que ha dado un salto cualitativo en el que el creador busca una interacción con el público; un aspecto que algunos de los predecesores del abstracto nunca lograron.
Ya sea por una afinidad a ese tan usado cultivo de lo existencial, o no, lo cierto es que el artista del siglo XXI, aun vistiéndose con trozos de estilos y vanguardias del siglo XX, se ha instalado en una estética donde la mínima expresión, como contrapartida al recargamiento excesivo del lienzo de antes, induce al espectador a una captación inmediata de la idea por medio de perfiles cada vez más esquemáticos. Sin embargo, este artista, fan de lo retro y de la estética derivadas del Vintage, se desmarca, siempre, de todos esos 'ismos', mostrándonos su propia visión de la realidad, detrás de un poderoso significado.






Una pintura 'preceptual'





Si bien el abstracto se ha caracterizado por exponer un concepto difuminado de la idea del pintor, más dado a un culto del color que produzca una honda impresión visual al público, hechos que podemos apreciar en los trabajos de pintores como Ernest Descals, con su utilización del claroscuro, muy recurrente en la pintura figurativa de fines de los ochentas y mediados de los noventas, en el caso de Abdulla Al Jassem, el destierro de un significado, que vaya más allá de las humildes pinceladas por las que se caracterizó el todo del figurativismo, queda completamente fuera de lugar.
Del mismo modo que Max Beckmann o Oskar Kokoschka, antaño peregrinos de la nueva objetividad, Jassem nos introduce en una pintura que posee reminiscencias del impresionismo y del abstracto, pero que se usa de los elementos del entorno del pintor, fundiendo la dualidad campo-ciudad por medio de unos conceptos ancestrales, los cuales podemos ver en su depurada técnica de tratamiento del color y la luz que, aunque obedezca a similitudes con grandes nombres del abstracto como Hâkonarson o Dobuzhinsky, muy distanciados en el tiempo con nuestro artista, no tiene nada que ver, ya que él, contra todo pronóstico, no se limita a mostrarnos el cromatismo de un mundo hermético y antiguo como es la cultura árabe y su condición religiosa, sino que refleja sus pensamientos mediante un imaginario espacial.








Abdulla Al Jassem no se conforma en recrear una atmósfera atractiva para el espectador, sino que, tras esa distorsión de la imagen y el esquematismo visual que su obra transmite, con sus colores pobres y su yuxtaposición de sombras, siluetas y de tonos calcáreos -muy parecida a la 'pintura elemental' de González d'Ègara-, entraña un nominalismo mucho más profundo. Tras el tratamiento del color y de la imagen, sus botellas de champagne en muebles-bar imaginarios contrastan con algunos de los preceptos islámicos prohibidos, y a su vez, tras esos espectros, en forma de cristal, se vaticinan como mundos particulares del artista, que yacen atrapados en un sueño. Botellas que, en cuanto a objetos inanimados, podrían simular personificaciones de eternos tabúes, del carácter y de lo que la noche esconde, de nosotros mismos, de lo que somos, las cuales yacen como esclavas del medio en el que se hallan, como máquinas lobotomizadas, sin rostro, idealizadas por el inédito e intrépido ingenio de nuestro autor.



'El arte árabe es joven, moderno y no arcaico, como muchos podamos pensar. Jassem rompe esquemas y propone ideas nuevas, en una cultura que aún mantiene 'los vetos' y se cobija y acompleja en ideas del pasado, descubriéndonos una estética plástica muy interesante, a medias con un lenguaje catársico que entreabre una puerta a los pasadizos, a menudo laberínticos, de su autor, mostrando los tópicos que acomplejan a su ambiente más cercano, ofreciendo un recorrido vital por aquello que puede decir y lo que no dice, abriendo un grifo de colores a la fantasía; pero una fantasía estéril, a veces jovencísima, 'jugando' con colores pobres, marrones, ocres, grises, rojos, algún verde amarillento y siempre azul, colores muy propios del Islam, símbolos de amistad y de esperanza, para hacer entender esos factores, propios del existencialismo y la búsqueda incansable de un paraíso inexistente denominado bohemia, a un mundo cada vez más solitario y competitivo'.





No sería desacertado denominar a esta pintura como 'preceptual', por tratarse de un nuevo estilo que conjuga el método del claroscuro y el estilo del abstracto con la idea del pintor, como trasfondo directo de la obra, con gran brillantez, convirtiéndolo en un 'thinker-painter' que impregna una cosmogonía de superficie mediante colores primarios, anclados en arabescos y motivos árabes como chilabas, turbantes, los zocos y el desierto, con un lenguaje subliminar paralelo, dejando en la mirada del espectador lo que quiera ver o no.














El apunte:



'Visions'. Exposición en solitario del artista sirio Abdulla Al-Jassem, en la Galería 76 del Dubai International Art Centre, en la Villa 27, calle 75b de la Ronda Jumeirah, cerca del Jumeirah Town Centre. Del 19 de mayo al 2 de junio de 2010, en Dubai (UAE).















Copyright:

Imágenes:
Abdulla Al Jassem©

Artículo:
Ángel Brichs©
Escritor y crítico de arte contemporáneo

Publicado en este blog bajo el consentimiento del autor:




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