"Con más frecuencia que nunca, los escritores de hoy priman por huir de la realidad cotidiana y asirse en tópicos donde lo fantástico se une con una visión literaria que ha evolucionado muy poco durante los últimos dos siglos" A. Brichs
Una sombra inerte se abate sobre mi habitación. En ella, un ser vivo yace en su apacible letargo mientras un ronroneo inaudible por cualquier persona que pasase de los cincuenta, gime débilmente en un espasmo anecdótico más parecido al aleteo febril de un insecto que a la espantosa protuberancia que vaga de un lado a otro de los calzoncillos sudados, enderezándose, poco a poco, cual mástil sin velas que lo sujeten.
Brrr... ¡Y una mierda pinchada en un palo! ¿Quién se va a tragar éso?
Estoy seguro de que os habrá sucedido, más de una vez, aquello que algunos escritores denominamos "encefalitis descriptiva". Éste es un estado donde el escritor, por muy avezado que sea, sufre aquello que, en términos médicos, se conoce como "encefalograma plano" y, que en nuestro caso, no es más que un bloqueo expresivo generalizado que hace imposible de que el autor/a continúe con su tarea. Su única salida: paro temporal de su trabajo, sumergerse en cualquier actividad ociosa que no implique de un pensar excesivo.
Hay algunos, empero, que utilizan este "fuseaction" como base para cimentar su escritura. Son autores que huyen de la realidad mundana para realizar una inmersión en lo desconocido, reclamando un factor-x inexistente, irreal, imaginario, como ellos mismos.
Es relativamente fácil despersonalizarse contando historias románticas y describir maravillosos mundos y entornos idílicos. Pero, teniendo la posibilidad de escribir sobre nosotros mismos, de nuestro ambiente más inmediato, de nuestro mundo; ¿por qué hacerlo? Lo verdaderamente "real" nunca es bello ni amable. Todo el mundo escribe, sí, pero pocos producen "sentimiento".
Cuando quieres dar a conocer una idea sobre una cuestión en particular, tiendes a teorizar demasiado y caer en disquisiciones más filosóficas de las que deseabas. Y cuando te has dado cuenta de ello ves que has copado el límite de palabras de las que se había de componer el relato. ¿Qué hacer? Contarlo. ¿Qué, sino?:
Un elenco de familiares se plantaron en ambas orillas del "muérdago", que no quería dormir. Las gentes, inmutables, empezaron a balbucear palabras que no llegaban a los oídos del cuerpo que dormitaba. Pero eso no era causa de desafuero para esa vara impía, que se levantaba cual serpiente hindú.
En un impulso incontrolado e inconsciente, el frenesí del jovencito, que se debatía entre las ya desplegadas sábanas de la cama, hizo brotar una verga hermosamente grande por la ranura de los "boxers", saludando al público en la medida que iba saliendo, mientras se descapulló poco a poco, preparada para rociar con un viscoso lubricante a los que se encontraban presenciando la escena.
En ese justo instante fue cuando la figura que se encontraba más cerca del colchón, el cuál languidecía en el suelo desde hacía tan sólo unos minutos, sacó a "míster palillo" de sus desajustados dientes y se lo clavó en la pequeña ranura, reinvirtiendo el curso de su líquido vital, que acabó con la vida del chico para siempre.
Copyright:
De la imagen:
abi Pap, 2010©
Del relato (moraleja incluida):
Ángel Brichs©
Escritor y Crítico literario
1 comentario:
Son deslumbrantes tus relatos Ángel. Te felicito por tu calidad y esa forma tan precisa que tenés de narrar que hace que esa "realidad" que estamos leyendo se cuele por los huesos.
En cuanto a la encefalitis descriptiva, me causó mucha gracia, fiel reflejo de los escritores y de quienes intentamos serlo.
Cariños!
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