Salvo algunos libros técnicos publicados por organismos especializados, la inmensa mayoría de lo que se publica tiene nombre y apellido. ¿A quién en esta época se le ocurriría en escribir un texto anónimo?
Esto fue lo que me pregunté cuando me crucé por Internet con el libro Huérfanos Salvajes. Por la descolonización de la vida cotidiana. La sencillez de la portada contrasta con su título. Al pie, en letras muy pequeñas, se puede leer “esto no es mercancía, cógelo, compártelo, déjalo que fluya”. Redoblando la apuesta, no sólo es anónimo, sino también gratuito.
Tentada, descargo el archivo (sin cargo) del blog y en sus primeros párrafos, a modo de prólogo, nos muestra su propuesta:
“Esto no es una publicación, ni in órgano de expresión ni nada al uso.
Hemos escrito poco y no hemos publicado apenas nada. Sólo somos celosos de nuestra pobreza, y por supuesto eso incluye también nuestra pobreza de reconocimiento social. Eso no significa que no tuviéramos nada que decir; es que el esfuerzo de la difusión nos aburre tanto que casi nunca ha compensado.
La mayoría de los textos que aquí se contienen estaban pensados para una página web que se nos malogró en alguna pereza. Ahora hemos tenido la rara oportunidad de sacarlos en papel… quizá nuestras experiencias puedan contagiar a alguien a este lado de la guerra social, como las experiencias de otros nos contagiaron a nosotros.
Divirtámonos (hasta convertirnos en problema de estado).”
El libro es un sucesor de los sueños libertarios que en otra época moldearon la génesis y el desarrollo del movimiento sindical obrero y cooperativista. Últimamente, salvo la difusión que tuvieron las ideas de Naomi Klein expuestas en su muy recomendable libro No Logo, el poder de las marcas, el pensamiento anarquista está claramente atomizado y sólo es reivindicado por un sector del movimiento punk; pero ¿qué puede decirnos el anarquismo en un mundo donde la globalización impera?
Al recorrer las páginas de este libro, hay un capítulo que es la médula de su propuesta: “Fragmentos de una carta encontrada por el suelo de Madrid durante Diciembre del 2004”. De una extraordinaria agudeza, uno no puede dejar de coincidir con el análisis que hace sobre la vida cotidiana y la sociedad de consumo; éste trata de resolver los problemas que desde siempre tuvieron los que se enfrentaron al capitalismo: la muerte y la cárcel. Aunque no fuera cierta la historia de la carta encontrada, hay una frase que marca un punto de inflexión con respecto a todo lo que el anarquismo proclamaba y aquí aparenta una contradicción: ... ¿De qué te sirve la revolución si durante su desarrollo terminas en un charco de barro con una bala entre las cejas?... Parece que la apatía del pensamiento posmoderno ha llegado a las manos de quien escribió el artículo, el martirio ha dejado de ser un valor. En ese sentido, el pensamiento occidental está dejando de ser cristiano y propone, en vez de una ofensiva frontal contra el sistema, una “guerra de guerrillas conceptual” más acorde a los tiempos que corren.
Si bien las acciones que proponen van desde el performance art, que frecuentemente se producen en lugares públicos, como un gesto de sorpresa o irrupción en la cotidianeidad; hasta actividades abiertamente delictivas, con destrucción de la propiedad privada o de bienes culturales.
En el siguiente capítulo, “Sobre el secuestro de nuestros aliados y amigos”, cualquiera que esté familiarizado con lo que la literatura anarquista propone sabrá que estos pensamientos son muy de la médula libertaria. El considerar a todos los criminales, por más aberrante que fueran los hechos, como camaradas, es una idea que pregona la ortodoxia más radicalizada.
En el que sigue, “Reflexiones sobre totalidad y vida cotidiana”, el o los autores intentan resolver el paradigma que se crea al contrastar vida cotidiana y la utopía anarquista.
El resto del libro trata de las distintas recetas a poner en práctica por un “huérfano salvaje” e ilustran con distintos ejemplos el tipo y alcances de su funcionar. Si bien personalmente no coincido con el accionar violento contra propiedades y bienes, vale la pena resaltar aquellas que no apelan a la violencia y son claras manifestaciones artísticas, algunas muy cerca del pensamiento surrealista. Las imágenes son muy elocuentes y divertidas.
La sensación que recojo de este libro es muy similar a las que inspiraron el “Mayo Francés”, la “Primavera de Praga” o el “Cordobazo” y el “Cacerolazo” en el 2001 por estas latitudes. También puedo mencionar a varios libros y películas donde la alienación que genera el sistema capitalista desemboca comportamientos extremos. Recuerdo las películas “Falling Down” de Michael Douglas y “The Assassination of Richard Nixon” de Sean Penn. En este momento me viene a la mente un reportaje que hace poco le hicieron a Jorge Lanata, un periodista muy importante, si no el más, de la Argentina. En el contaba que en su pubertad se fugó de su casa y estuvo viviendo en la calle por una semana. Para subsistir tuvo que pedir comida en los comercios, pero se dio cuenta que lo único que le impedía obtener lo que necesitaba era el transparente y quebradizo vidrio de las vidrieras. Ya de grande concluyó que esa fina capa es único límite entre el capitalismo y el caos.
Es muy lógico que las propuestas de este libro subleve al “pequeñoburgués” que todos llevamos adentro. Auque este libro en manos equivocadas pueda provocar una Intifada, sería poco justo esconderlo o subestimarlo. Por eso se los dejo en sus manos. Eso sí, espero que no les explote…
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