La luz de las candilejas alumbraba los jardines, plagados de luciérnagas, que desembocaban frente a 'The gate of India', un monumento colosal que se encuentra en las cercanías de la Connaught Place de Nueva Delhi. Era noche cerrada y las luces de los oxidados fanales reflejaban extrañas formas en el suelo blanquecino de la calzada, señalando, en vano, la somera y a menudo irregular distancia que separa la noche del día, y añade interés a todo aquello que no se dice nunca pero que, difícilmente, pasa inadvertido. En esos instantes y en país remoto, las impávidas miradas de los 'untouchables' de las afueras de Loha Mandi, Naraina y el distrito gubernamental se mostraban como ecos vacíos de personas extraviadas en un mundo que les era ajeno y, en el cual, no tenían cabida. Es pues, allí, ante tu visión, a la par huidiza y ostentosa de la realidad, cuando decides escoger a la víctima. Pero hallas tensión en ella. Se defiende y huye. Y tú la persigues. Lo que ibas a pagar; ese precio alzado que te habían recomendado y con el que habías de negociar ya no era más que un impuesto que querías evadir. No pagarías nada. Ahora lo tomarías por la fuerza. Y si le perdías la pista... Subirías a un rick shaw e irías a la caza de una nueva presa. Buscarías la manera, siempre, de satisfacer tus impulsos endémicos, tus instintos, de perversión, de sexo, de violencia. Con hombre o mujer; te saltarías todas las reglas establecidas o por establecer. Ante ello, sólo cabría una cosa: sufragar ese dolor, con más dolor. Para ti representaba una necesidad, un salvoconducto a paraísos lejanos, de tu consciencia, de tu ira; rompiendo tus temores y añadiendo otros, quizá más peligrosos que los de antes, pero no con menos significado ya que, ¿qué es la vida sin riesgo? Nada. ¿Y el sexo sin conquista? Éso; algo inconquistado.
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Del relato:
Ángel Brichs©
Imagen:
Abi Pap, 2010©
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