LDM abre una nueva sección dedicada, de forma exclusiva, al arte. Y como ya les tenemos acostumbrados, al arte con mayúsculas, pero no el pasado sino el de los artistas que crean, día a día; artistas de nuestros días que, gracias a su capacidad para generar nuevas formas artísticas, están creando escuela y cimentando el futuro de las nuevas tendencias artísticas que nos trae, poco a poco este, recién estrenado milenio. Desde la sección CRÍTICA de LDM valoraremos, anualmente, algunas obras de pintores, escultores y todo tipo de artistas que nos han sorprendido, intentando explicar, con la ayuda de nuestros críticos, el significado que versa tras las obras que aquí daremos a conocer. Para ello, hemos creído oportuno empezar esta sección analizando cuatro obras de un artista que ya es conocido por los seguidores de LITERATURA DEL MAÑANA: Josep Cárceles Vergés, natural de Malgrat de Mar (Barcelona), creador de un estilo plástico que mezcla la pintura con la escultura en un equilibro donde el diseño y la perfección de formas y figuras construyen un mundo de imágenes y símbolos que sorprenden a aquello/as que se plantan ante la obra de este excepcional pintor.
El circ de la vida (2007)
Pese a que Cárceles se halla en toda su salsa en sus relieves escultóricos, merced a obras como ésta es cuando reconocemos los principios artísticos de este sólido pintor. En esta obra gráfica, nos cuenta, en una copla sensorial que alude a una sinergia entre el cubismo más radical y los volúmenes más disconformes del imaginario Kandinskyano; retoma el vuelo del concepto que supone la espiral que el Ser Humano viste y crea en su vida, desde su nacimiento -simbolizado por la base de la carpa- hasta la tubular y rectilínea figura que sigue hacia el cielo -la muerte– para alcanzar la vida eterna, desapareciendo en los extremos del cuadro, donde los círculos concéntricos aluden a aquellas siempre complicadas relaciones humanas que se atisban como los accidentes e interferencias que el hombre experimenta en su existencia terrena.
Concepció. (Collage, 2008)
Tras este símbolo de corte marcial podemos apreciar más de lo que creemos. Bajo un fondo marrón oscuro, de color del mate argentino, una figura eternamente humana denota unas claras referencias carcelianas, con sus círculos y cortes elípticos a los que el artista nos tiene tan acostumbrados. Unos conceptos que se imprimen como meros comparsas de un objetivo superior: la Concepción. La creación de la materia, como ente espiritual, bañando y definido aquí con el color rojo sangre junto con el triángulo que cruza las aguas de la vida para unirse en perfecta armonía con su homónimo, el cual se define como el paradigma de la obra.
Tomorrow (1988)
En esta pintura podemos ver unos reflejos claramente tapianos que, Cárceles, fiel a ellos, no deja ocultos en sus intenciones. Empero, en este paisaje surrealista y la vez, utópico, nuestro autor sateliza los conceptos de un arte pobre, el de Tàpies, a unos fluidos de pensamientos que pudieran muy bien hastiar al director de film The last man who lives, banalizando con ello el anecdótico y, a la vez, tópico antifaz carceliano que -aunque vestido de blanco inmaculado e inapreciable su cara aquí- satiriza los pasos de ese hombre veleidoso que recurre al pasado para justificar el futuro dudoso que le espera.
Homenaje a Klimt (2007)
Como se ha dicho ya en otras críticas a este artista prolífico, en la obra que reconocemos a continuación se hallan sumergidos -junto al fondo policromado de minúsculos y ornamentales recortes florales en ocre y gris- unos conceptos sujetos a una diversidad de estilos que van desde el imaginario propio de la Bauhaus, hasta el decontructivismo típico de los 50 y 60, con exponentes de la talla de Miró o Murakami, algo que, siendo un homenaje a un personaje de la altura de Gustav Klimt, es una justa ofrenda valedora de un estilo que fue, otrora, avanzado para su tiempo.
Copyright:
Imágenes:
Josep Cárceles©
Crítica:
Ángel Brichs©
Crítico de arte contemporáneo
Introducción:
LITERATURA DEL MAÑANA©