Como un objeto inútil me proyectaba, en la penumbra ingrávida de la inerte estación, como una forma que ya formaba parte de su mobiliario.
Me hallaba echado en un banco, como un espantajo. Eran las cinco de la madrugada y esa fiestecita nocturna, lejana ya, no era más que una silueta borrosa que se desdibujaba, epilépticamente, una y otra vez en las entrañas de mi mente.
Unas formas extrañas enturbiaban mis ojos. Apenas podía dar dos pasos adelante o atrás sin caerme de bruces. El banco, ese banco, era mi único amigo y aliado, y en él yacía mi salvación. O al menos es lo que pensaba.
Desgraciadamente, a menudo, la mente es traicionera, y aún más -si cabe- si eres tú la que traicionas sus intenciones más sonadas, añadiéndole las tuyas propias, que no lo son poco.
Nunca me había quedado corto en todo lo que hice, hago y -espero- poder hacer. Sé que algún día tendré que pagar por ello, pero hasta que no llegue esa hora, yo con mis trece.
Siempre he castigado a mi cuerpo. Cuanto tuve ocasión, le di tanta caña como pude. Tenía que saciar las partes más oscuras de mi personalidad, que eran muchas, y el sexo era el valor por descubrir.
Por desgracia, no siempre poseía de la fuerza de voluntad necesaria para saciar esa sed impúdica que azotaba, perversamente, mi mente. Luego, el sexo no bastaba para aplacar mis instintos; lo que llevaba a escoger entre un 'cubata' o las pastillas, con frecuencia, ambas cosas.
Más tarde: el nirvana, el éxtasis. El súmum de la tendencia. Los misterios de la irrealidad. Me subyugaban, todos, mi esencia, de hombre, de ser, y estar, vivo; mi libertad.
El frenesí y el vicio extremos eran las únicas cosas que me quedaban; el resto: el infinito, una sustancia indeterminada y caducada que no sabía qué sabor tenía. Pronto lo descubriría; un inmenso túnel por el que no discurría tren alguno con una bella muchacha con una hoz, se mostraban ante mí; y yo, en una penumbra inerte, en una estación perdida de mi mente, de mi vida.
Copyright:
Del relato:
Ángel Brichs©
Imagen:
Abi Pap, 2010©
2 comentarios:
Quiero empezar por el principio o sea la introducción o prólogo. Lo que verdaderamente me gusta de Ángel Brich, es que toma muy en serio su papel de Periodista y poeta, tan lo toma en serio, que se ha dedicado a hacer de Internet una verdadera ventana hacia la literatura. Y no solo a la nueva literatura sino a la literatura en sí. Este relato/cuento corto que nos trae el día de hoy. Nos muestra la seriedad de la que hablo al inicio, me parece un un relato muy bien hecho, un relato que dibuja las angustias existenciales del hombre, nos va llevando hasta un final que desemboca en el conflicto sin resolver del alma humana.
Quiero felicitar a Ángel Brich por este y otros trabajos que nos traído y que leído.
Saludos cordiales,
Aída
Agradezco mucho su comentario.
Atentamente,
Ángel Brichs
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