¿Qué lecturas os seducen más?

jueves, 19 de agosto de 2010

Entre dos mundos... and@ perdid@ (artículo)




Hace unos meses, conocí a una chica. Era rubia, eso sí, pero no de natural. Aunque no me lo dijese, intuyo de que el suyo sería el castaño u el azabache. Alta no era en exceso, altura que quizá igualara su “pretendida personalidad”, la cual engañaba más a ella misma que aquéllos a los que deseaba embaucar.
Lo cierto es que era una de ésas de las que “enamoran”, pero le faltaba aquello que todo el mundo -o la mayor parte, al menos- posee: sentido común. Ella lo tenía. A su manera, claro. Esa era una de las palabras que solía utilizar, cuando estaba conmigo al menos.
Tenía un suave, y sencillo, problemilla: no había probado el sexo desde hacía meses; yo más bien diría décadas. Quizás no lo hubiese probado nunca, y era una lástima porque estaba muy apetecible.
Sus reacciones querían ser normales, “querían” he dicho. Yo las veía más simples y predecibles que la alquitranada palabra que sus labios sensuales tipografiaban sin cesar. Clar@, toda ella estaba de contenerse una y otra vez. Parecía haberle cogido gusto a esa vida. Se había acomodado. ¿Qué placeres tenía?. ¿Cómo se divertía?. Era algo que no me cabía en la cabeza.


Siempre he pensado que los escritores pensamos un poco más y más rápido que el resto de mortales. No nos consideramos científicos, mas no argumentamos los pensamientos de una forma “exclusivamente lógica”, nadie nos leería; pero podríamos decir de que lo analizamos todo -o casi todo-, sea bueno o malo, más interesante o menos. El colmo de la estupidez es que la mayoría de escritores no nacemos como tales. Yo, al menos, no lo he visto como una profesión, ni siquiera vocación; lo veo más como un impulso, algo que le da sentido, llena y complementa nuestras vidas; una necesidad. Claro está de que algunos -como en el ajedrez- tienen más de cinco ideas -a la vez- en la cabeza; una selección natural, que, a todos nos mueve y que, del mismo modo en el que dos negocios no funcionan igual, tampoco hace que todos los escritores podamos suscitar el mismo interés.



Estamos en una categoría diferente. Igual que los espías, tenemos que vivir con dos, tres, cuatro, cinco vidas, o más -las de todas nuestras historias- para desconcertar, a tiempo para vivir la nuestra y propia y la otra que nos impulsa a escribir.



Vistos como bohemios -en el pasado- y “yuppies de la pluma” -en el presente-, estamos ya hastiados de oír palabras como perfección y vehemencia. ¡Sabemos que no existen!. ¿Qué sería del trabajo sin el placer?, ¿y del placer del trabajo sin el trabajo?. Y no es un sofismo. Es una realidad, nuestra realidad, la que nos hace más entendedores a los ojos del lector, ya que al buscar en el sentido común y ser lógicos en su contenido, demostramos de que somos un@ más de ellos, y nos leen.




Copyright:


Artículo:
Ángel Brichs©


Imagen:
Nina Nikolova©


Publicado en este blog bajo el consentimiento de los autores:
www.literaturadart.blogspot.com




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