Pasaban ya de los noventa años de edad, pero a pesar de haber pasado por mil y una incomodidades, se miraban con ternura y con orgullo de haber sido la única pareja de amor para el otro.
Habían tenido enfrentamientos y disgustos que podrían haber perjudicado seriamente a la relación… Habían dudado en muchos momentos si la elección que habían hecho, era la mejor… Si no hubieran disfrutado más de la vida sin que nadie hubiera dependido jamás de ellos, ni les hubiera llevado la contraria en sus locuras…
Y cuando se ponían serios, los ancianos siempre rememoraban su primera cita, siendo dos zagales inexpertos; en los que con la barquichuela de unos amigos salieron a hacer una ruta romántica por el lago Reminder. La señora no se acordaba del largo beso en aquel pasional atardecer, ni de la tibieza de las manos del inmaduro varón que la acompañaba entonces… Sólo inmortalizaba con una larga carcajada, que por la efusividad y la campechanía presentes, los remos habían caído al agua, sin considerar que los muchachos tendrían que regresar a la orilla.
A la vez que anochecía se les ocurrió que podrían salvar la situación si se echaban al nado… Entonces, uno reconoció al otro que ninguno de los dos había querido registrar ante el otro por impresionarle que no sabía nadar; así pues tuvieron que esperar a que a la mañana siguiente llegaran los vecinos de la zona para rescatarlos.
2 comentarios:
Me gustó mucho el relato, una simpleza muy llevadera en la forma de narrar, al estilo Benedetti, que sin un texto hiper ornamentado nunca dejó de cautivar mis sentidos.
Buen relato que con mucha sencillez es llevado al papel. Me esperaba otro ciere, pero no necesariamente los cierres tienen que ser sorprendentes. Me aficiono por éstos últimos pero es aceptable el que se lee en el relato.
Publicar un comentario