9 de Noviembre de 1989, Berlín. Un error del portavoz del gobierno oriental, retransmitido en directo por televisión, precipitó la apertura del muro. Ayer, veinte años más tarde, se conmemoró en Berlín el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. En una celebración mágica e inolvidable, un muro imaginario con dibujos que hicieron en otro tiempo historia, fue derribado simbólicamente, cerrando una de las etapas más negras del Siglo XX. No hablamos de otro elemento que del telón de acero, un muro semifantasma que dividió occidente durante los años que delimitaron el inicio y el fin de la guerra fría. Unos años duros para muchos que sufrieron las consecuencias directas del declive y reconstrucción de la derrotada alemania tras la segunda guerra mundial. Pero unos años que, pese al acoso al que fueron sometidos los intelectuales, como afirmaba Wolf Biermann, cantautor de la RDA, fueron regados de grandes talentos literarios como los que surgieron del Grupo del 47 (Heinrich Böll y Günther Grass, entre otros). Una época que tristemente nos hace recordar años pasados, de represión, de hastío político y de contestación social. Años como los que vivimos en España hace tres décadas, cosa que, siendo coincidencia o no, también este año celebramos el 30º Aniversario de la Constitución Española.
Siempre le he tenido un gran aprecio a la forma de pensar, el carácter y a la gente que ha vivido más allá del Loira; debe ser algo de familia. Y es que tenga o no que ver que mis antepasados desciendan o no de Hessen, por lo que acontece a los más de veinticinco años que el muro existió, muchas son las historias que se podrían contar. Historias que, en sí mismas, podríamos considerar como un legado literario próximo a nuestros días. Me acuerdo muy bien de aquel invierno del 1989. Era pequeño, pero me acuerdo bien que una masa de gente enfervorizada, en silencio, acometió poco a poco los ladrillos y el portland de esa inhóspita pared, desde los suburbios de Wanzee hasta la puerta de Brandenburgo, a orillas del Spree y por las cercanías de la Prinz Albert Strasse.
“me uní enseguida a los que iban a Berlín Oeste: lo que sentí no se puede describir” Ángela Merkel
Como escribió Carlos Nadal en un artículo titulado “Memorias del muro de Berlín”, publicado en La Vanguardia el pasado 8 de Noviembre de 2009: “hace 20 años apareció un extenso muro que se ocultaba en la rígida polaridad Este-Oeste” Un muro que, por lo demás, no impedía ocultar una serie de efemérides o curiosidades que han pasado a la posteridad. Una de ellas fue cuando en 1987, una joven de 27 años huyó de Alemania del Este escondida entre dos tablas de surf, sobre la baca de un vehículo. Otro suceso destacable ocurrió en 1984; Ivo Zdarsky escapó volando a 100 km en un aeroplano construido por él mismo.
Por desgracia, muchos fueron también los que resultaron muertos por las fuerzas de seguridad y la policía política de la RDA, la terrorífica Stassi, la cual promocionaba a todos sus funcionarios, corrompiéndolos con primas y sobornos para sonsacar información, y reclutando una ingente cantidad de espías y delatores por toda la Alemania oriental.
En Bulgaria, durante los años ochenta, el Durjavna Sigurnosl, el temido Sexto Directorio, que no fue más que una copia del quinto de la KGB en Moscú, tuvo agenciados unos 250.000 hombres y mujeres, entre chivatos y espías, constituyendo un colosal servicio de información y contrainformación, del que todavía se conservan muchos de sus informes denominados “archivos prohibidos”.
En la fotografía: Ángel Brichs con unos amigos cerca de Strandja, en la desértica frontera de Bulgaria con Turquía, en el 2006
Pero el comunismo cayó, y después de esa “literatura del muro” que escritores de la talla de T. Keneally y actores como Michael Caine, con sus esperpénticas interpretaciones del espía inglés Harry Palmer, se transformó, existiendo como otro tipo de literatura, la literatura del recuerdo, la literatura de la gente.
Así es como lo contó Guenther Koerner, el entonces presidente del Club de la Armonía Alemana de Canberra (Australia), una vez ocurrido los hechos del ochenta y nueve: “Quiero un trozo de muro -dije” “Eso es fácil -me dijeron. Te costará 100 dólares, y enviarlo por barco es relativamente sencillo.” Y así fue como Koerner obtuvo uno de los tantos trozos del Muro de Berlín que están esparcidos por más de cuarenta paises de todo el mundo. ¿Un recuerdo, un símbolo para acordarnos de lo que no debe ocurrir jamás o un capricho para unos pocos?
Lo único que sé es que fue una etapa nada agradable de nuestra historia, y las etapas, sean agradables o no, sirven de experiencia; y sin lugar a dudas la reunificación alemana fue una de ellas.
La redacción de este blog quiere homenajear a todos aquellos millones de alemanes que sufrieron las consecuencias funestas de esos años negros, alegrándose por haber pervivido y de continuar existiendo, esperando que sucesos como estos no vuelvan a ocurrir jamás, a la par que nos sumamos, de la misma forma que antaño lo hizo esa generación nacida después de la segunda guerra mundial, gritando con ellos: Deutschland frei!
No hay comentarios:
Publicar un comentario