Subido en un súpercinco
le descubrí lo que quería.
Una gruta oscura, admitía el chorro
resplandeciente,
dador de vida.
El que cargaba contra la rompiente
y gemía, placentero,
ignoraba el control;
era tarde para éso,
bello contra bella
tumbados uno a uno
en la refriega
en tierra de nadie
inexplorada, inconquistada,
hallazgo mayor no había,
repetición, de ese impulso obsceno
del bajo vientre;
consecuencia, irracional
del cuerpo, de la mente.
Es lo que quedaba
es lo que tenía
es lo que quería.
La fruta de la pasión
Como un saltimbanqui postrado
guardábalo todo, sometido,
y ajado, como estaba,
apurose a salir
cual recién nacido,
estupro del saber
monstruo simbólico
bicho metafórico
miedoso, ahora libre
se consume, destaca,
se erige, alza,
y por un segundo, solo,
te saluda, posee,
somete y lavándose
en sus interiores
relames sus estulticias
saboreando sus proyecciones.
Él te indica el camino,
y tú lo sigues,
la ruta
y tú te abandonas
a su juego seductor
su miríada sensual
de pensamientos encharcados
y alegrías soñadas,
suma de involuntariedades
insigne descubrimiento
que da la bienvenida,
fuente imperturbable
de los sabores, del deseo
de la gente.
Poemas:
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1 comentario:
Leio com prazer as letras de sua lavra... E compraz-me a forma como enreda o leitor em sua teia poética.
Saudações e êxitos. Z.A. Feitosa
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