Aunque con grandes divergencias, literatura y escritura han sido consideradas, tanto por lectores como escritores, como productos afines.
Asidos por los conceptos que transmiten una realidad parecida, un ejercicio maquinal que, desde hace milenios el hombre ha buscado en diferentes culturas y el cual le ha valido y propiciado su esplendor y evolución, cabe diferenciarse ahora, y siempre, ya que la literatura -como género artístico que es- y la escritura -como variante expresa de la palabra y canal transmisor de la misma, que también es- aun corriendo del mismo vehículo que las une: la publicación, son más antagónicas de lo que podríamos imaginar.
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Hace poco más de un mes, a uno de esos nuevos "eruditos del PNL", como los llamo yo, le dejé un ensayo que escribí hace algún tiempo y, que en muchas de sus funciones básicas, contiene muchas ideas que, precisamente, "estudiosos" como al que se lo dejé pretenden remontarse. Me dijo que me lo quería devolver, que no lo entendía. Yo me negué, un regalo es un regalo; pero lo que me dejó sin habla, y me obligó a pensar no fue eso sino su incapacidad de leerlo y lo que es más grave, de entenderlo. Había confirmado todas mis conjeturas. Mi teoría era, del todo, cierta.
Si la escritura es algo que, en términos médicos, podemos identificar con un cuerpo u ente objetivo, la literatura es la suma de lo subjetivo y lo objetivo, ello para ahondar hacia lo que científica y coloquialmente conocemos como "evolución".
Y volviendo al centro del artículo, podríamos definir de un modo parecido al embrión que decide separar al escritor del escribano, los cuales -aunque se diga- son y fueron siempre profesiones diferentes. Mientras que englobamos la escritura como a un sustantivo que define la metodología y semiología del lenguaje, la literatura es el arte que lo ensalza.
Los psicólogos utilizan los talleres de escritura para elevar el estado anímico de algun@s de sus pacientes. Sólo existe una diferencia entre escritores y pacientes; algo que, en el renacimiento llamaron "humanismo". El interés por transmitir conocimientos a otros es un estímulo que permite reencontrarse con el "yo", ensalza tu autoestima pero también la voluntad de mejorarse a sí mismo, ya que el contacto con el gran público hace eso posible, al sentirte útil. Y es por cosas como esta lo que nos separa de "otro" tipo de escritores, o sea, los que escriben por escribir.
Para ello, el escritor se ha valido, a lo largo de los siglos, de la capacidad de unir dos aspectos que evocan un hedonismo que siempre ha estado ligado a la imagen de este impertérrito y perenne bohemio. Si la escritura es algo que, en términos médicos, podemos identificar con un cuerpo u ente objetivo, la literatura es la suma de lo subjetivo y lo objetivo, ello para ahondar hacia lo que científica y coloquialmente conocemos como "evolución".
El laberinto de pasiones que se hallan en la mente del ser humano desde que nace, y a lo largo de su existencia, son para el escritor, el motivo vital que le impulsan a manifestar el equilibrio entre su vocación y creatividad. Si ello lo intentáramos explicar a aquellos seudocientíficos que acuden al PNL para argumentar su nulidad en el campo de la razón y las relaciones humanas, ya lo saben: no nos entenderían. Contradirían sus propias normas, ya que la pieza clave que les quedaba por descubrir: que el autocontrol de las pasiones no es propiedad exclusiva de un tercero. Y eso porque no es el carácter lo que hace al hombre sino sus inquietudes espirituales, las cuales pueden anunciarse tan impersonales e irracionales como los mismos impulsos, los cuales son la cuna de nuestra psicomotricidad y por ende, del estímulo, piedra filosofal de nuestro sistema nervioso.
Y dado que no todo se puede diagnosticar "lógicamente", al no ser blanco o negro, tampoco la escritura y la literatura pueden ser términos idénticos, pese a que sean parecidos.
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©Ángel Brichs.
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2 comentarios:
Entiendo lo que defiendes en cuanto al arte de la literatura y su diferenciación con la simple escritura. No obstante para ello tendríamos que cambiar las definiciones aceptadas por la Real Academia. El término literatura, nos guste o no, no puede limitarse a aquellas obras literarias con un contenido artístico elevado.El propio diccionario relativiza mucho el concepto, y entre otras acepciones, incluye: "Conjunto de escritos relativos a una materia o un asunto" Visto así, incluso los legajos jurídicos que formen parte de un asunto judicial podrían considerarse literatura, y nada más alejado del arte que la justicia, aunque a veces hablemos de justicia poética ;-)
De todos modos tengo claro lo que defiendes, y quizás se debería de buscar un término distinto para parametrizar y limitar esa parte de la literatura que como arte debe de sobrevivir.
Como siempre añadiré, que aunque escribo bastante, me considero novelista, y para nada artista ni literato.
Enhorabuena por el artículo.
Agradecido por tu mensaje, Ramón. Pero, ante todo, y aunque me pese, tengo que decirte que te equivocaste en tus apreciaciones de "escritura" y "literatura".
Puedes resolver eso, consultando el siguiente enlace:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=literatura .
Atentamente,
Ángel Brichs,
www.escriptors.com .
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